Época: Civilización helenís
Inicio: Año 323 A. C.
Fin: Año 200 D.C.

Antecedente:
Civilización helenística
Siguientes:
Producción artesanal e industrial
Desarrollo de los cambios



Comentario

La variedad del panorama político que se ofrece en el mundo helenístico responde a una variedad económica que por lo menos presenta igual complejidad, determinante de aquélla, pero también producto de los distintos caminos que toma en ese enorme espacio territorial el modo de actuación de los gobernantes. En cada uno de los reinos resultantes del proceso de disolución del estado de Alejandro, las formas de explotación se definen de acuerdo con sus tradiciones, pero en todos se impone el hecho político representado por el despotismo en su vertiente económica. El despotismo sirve de vehículo para normalizar los sistemas de explotación.
En Egipto perviven las explotaciones faraónicas, mientras que en los territorios asiáticos son las formas heredadas de las estructuras aqueménidas las que subsisten. En el mundo griego de las ciudades, éstas mantienen, a través de los órganos representativos supervivientes, un control sobre la explotación agraria. Sin embargo, todo ello puede estructurarse de acuerdo con un esquema general dentro del que perviven particularidades y se desarrollan elementos específicos, sobre trayectorias previas y a partir de nuevas condiciones integradas en los sistemas de intercambio y contactos que el mundo helenístico permite. De este modo, incluso las entidades que permanecen políticamente al margen de la integración regia están condicionadas por el sistema en que ésta es dominante. Además, la heterogeneidad de los pueblos que llega a ser característica de algunos de los reinos, sobre todo del de Siria, también se hace notar en la persistencia de formas de explotación colectiva que sirven para definir algunas de las medidas étnicas que sobreviven bajo el reino, conservando sus propias características, pero sometidas a las aportaciones tributarias que parcialmente definen el sistema global.

En general, la tierra que pertenece a las unidades étnicas (chora ethniké) puede explotarse colectivamente o haberse atribuido a los templos o a los particulares por el rey. La tierra del rey (chora basiliké) puede explotarse directamente por la administración real o por la aldea que entrega el tributo, aunque puede adjudicarse, directamente para su explotación o a través de la cesión del tributo, a los particulares, a los templos o a las ciudades. La entregada a los particulares puede estar asignada o no al territorio de las ciudades (chora politiké), mientras que la entregada a las ciudades puede quedar en manos de la colectividad, de algún particular encargado de gestionarla o de determinados grupos específicos de ciudadanos privilegiados, definidos como politai o klerouchoi.

Según los casos, el punto de partida del proceso se lleva a cabo desde la economía regia o desde la economía politiké, de la polis. Dentro de los reinos, todo tiende a quedar integrado en ese sistema, donde un texto atribuido a Aristóteles, distingue, en su período formativo, cuatro formas de economía: basiliké, satrapiké, politiké, idiotiké. Cada término pone el acento en un aspecto específico: la realeza, la percepción regional del tributo, las ciudades y los particulares, pero en el fondo son los modos específicos de una forma de explotación que tiende a la homogeneidad, pues las ciudades y los individuos privados sólo conservan sus privilegios dentro de las garantías proporcionadas por el sistema despótico. Pero ello tiende a ocurrir de la misma manera en las zonas donde la acción política de la monarquía se ejerce indirectamente o en tensiones alternativas con sistemas no personalizados. De hecho, ligas y ciudades terminan gobernadas por sistemas igualmente despóticos, por Arato de Sición o Agis de Esparta, o por la alianza de Demetrio de Fálero con los macedonios.